He visto cantidad de pelis desde que empecé el reto, sin hacer una entrada al blog correspondiente, pero apuntando muchas ideítas para cuando llegara el momento de hacerlas. Pero ayer, ayer vi Her, sin saber que me iba a pegar un hostiazo en la vida, un hostiazo con la mano abierta.
De hecho, la iba a añadir en «Película cuyo título sea una palabra» pero no, la voy a añadir en «Película que te haya hecho llorar» que sí, que ahí iba a poner «La Teoría del Todo», pero no, TIENE que ir esta y como es mi reto, lo reordeno como quiera.
Os podría contar la gran banda sonora que tiene, la actuación perfecta de los actores, los colores maravillosos de la fotografía, que hacen que aun siendo un mundo futurista en el que la tecnología avanza todo es cálido, cálido y retro.
Pero no, porque de todo eso os puede hablar cualquiera, cualquiera que la haya visto ha descubierto que es una película maravillosa. Sí, puede que su argumento nos resulte algo irreal en el mundo en el que vivimos… ¿y?
De todas formas, no vengo a hablar de eso, vengo a hablar de algo mucho más inquietante, tan inquietante que lleva mucho tiempo ahí, pero que esto lo ha sacado a la luz. Y es que, después de tanto tiempo ¿quién se iba a pensar que podías verte TAN reflejado en una película sin saberlo? Parece que me han puesto una camarita en el cerebro y en el corazón y han hecho a Theodore a partir de trocitos rotos de un Mapache.
¿Sabéis ese momento en el que le dicen que no es capaz de enfrentarse a sentimientos reales? Pues mi respuesta es… ¿y tú qué coño sabrás? Estoy harta de oír esa sentencia una y otra vez en mi vida. ¿Qué pasa, que las personas que no somos como el resto de la Humanidad no tenemos derecho a tener sentimientos sólo por no saber expresarlos como ellos quieren?
Los artistas tienen la maravillosa capacidad de tener su propio lenguaje, expresan todo lo que sienten con su música, sus pinturas o sus poemas. ¿Y los que no sabemos hacer eso? ¿Y los que tampoco nos podemos explicar con simples palabras? ¿Y los que no hemos encontrado un lenguaje compatible con el resto?
Me di cuenta perfectamente de ello con la escena de la playa, como Samantha hace una canción para expresar los sentimientos de ese momento (aunque si eso fue duro, la escena de la fotografía ya hizo que se me partiera el alma en dos).
Además, hay una reflexión a la que le doy vueltas constantemente…y nunca he sabido explicar bien, pero Spike Jonze lo hace perfectamente: “A veces creo que ya he sentido todo lo que puedo sentir y que a partir de ahora no sentiré nada nuevo, sólo versiones menos intensas de lo que ya he sentido.”
¿Habrá cosas nuevas? ¿No las habrá? ¿Han sido estas las versiones menos intensas? ¿Han sido y serán todas indescriptibles?
El hecho, es que Samantha sea un sistema operativo, es un reflejo perfecto de un amor imposible, pero no los amores imposibles a los que estamos acostumbrados, en los que hay un matrimonio o 5.000km de distancia de por medio. No, es imposible, porque no son capaces de hablar con el mismo lenguaje. No tienen sentimientos iguales, no pueden amar de la misma manera, ni comunicarse, ni evolucionar juntos. Real, real como la vida misma.
Lo mejor de todo, es que todo esto tampoco explica lo que quiero decir, en unos días (semanas, meses, años, vete a saber) volveré a leer esta entrada y diré «¿PERO QUÉ MIERDA HE ESCRITO? NO REFLEJA PARA NADA LO QUE QUERÍA DECIR» y lo borraré, porque soy así de maravillosa y si no es perfecto, no me vale (Esto viene a que un gran amigo me dijo una vez que escribir sobre cosas bonitas le costaba mucho, porque no era capaz de pero plasmar toda la perfección y describir la belleza).
Pero, cómo os lo voy a explicar cuando ni si quiera lo entiendo yo. Está claro que la inteligencia emocional no es lo mío. Pero al menos suelto la parrafada, suelto todo lo que esta película me he hecho sentir, aunque sea superficialmente, porque para entenderlo, me tendríais que abrir en canal, meteros dentro… y ser yo.
Para terminar, un fragmento que me encantó, que me rasgó el corazón y que si no os llega al alma, es que está podrida.
«Es como si estuviera leyendo un libro y es un libro que amo profundamente. Pero ahora lo leo muy lentamente. Así que las palabras están muy separadas y el espacio entre las palabras es casi infinito. Aún puedo sentirte a ti y a las palabras de nuestra historia. Pero es en este espacio infinito entre las palabras que me estoy encontrando a mí misma. Es un lugar que no existe en el plano físico. Es donde está todo lo demás que ni siquiera sabía que existía. Aquí es donde me encuentro ahora. Esta es quien soy ahora. Y necesito que me dejes ir. Sin importar cuanto lo quiera, ya no puedo vivir en tu libro»
Yo no sé si soy el libro, el espacio entre las palabras o la tinta que se quedó reseca en el tintero.
Quizás vosotros no hayáis entendido la película así, quizás es que no habléis el mismo lenguaje que yo.
PD: os prometo que cuando hable del resto de pelis del reto no será así de intenso 😛 pero ved Her, vedla, que os encantará.